Procol Harum

Beyond
the Pale

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Desde Uruguay

*** Un romance a distancia ... con demasiado mar entre nosotros ***

*** A romance at a distance ... with too much sea between us ***

© Marcelo Pereira


Philip K Dick comprendió muy bien un hecho que habitualmente pasa inadvertido: cada uno de nosotros percibe una 'realidad' distinta (en muchas de esas 'realidades', por ejemplo, a Dick se le considera un escritor de ciencia ficción). Procol Harum, como cualquier otra cosa, es en realidad millones de experiencias diferentes, que pueden tener muy poco en común aunque correspondan a dos vecinos de la misma edad.

Philip K Dick very well understood a fact that habitually goes unnoticed: each one of us perceives a different ‘reality’ (in a lot of these ‘realities’, for example, Dick is considered a science-fiction writer). Procol Harum, like anything else, is in fact millions of dissimilar experiences, and two of them may have very little in common, even where they pertain to a pair of neighbours of the same age.

En mi país, Uruguay, el 'Verano del Amor' no tuvo lugar, entre otras cosas porque aquí es invierno en el mes de junio. Pero hubo, de todos modos y como en casi todas partes, un gran impacto de la nueva música que llegaba desde Inglaterra y Estados Unidos, mezclándose con la cultura local para engendrar mestizos de lo más variados, desde imitaciones patéticas hasta creaciones fascinantes.

In my country, Uruguay, the ‘Summer of Love’ didn’t happen (among other reasons, because June is winter here). Nevertheless, like almost anywhere, we felt the great impact of the new music which came from England and the USA, mixing with the local culture to beget a large variety of half-breeds, from pathetic imitations to fascinating creations.

Esa mezcla se dio en condiciones muy particulares. En aquellos años ningún grupo importante llegaba de gira hasta parajes tan distantes, y la única de oportunidad de escuchar rock extranjero (hasta que llegó la película Woodstock) eran los discos. Uruguay tenía su propia industria discográfica y los long plays importados eran carísimos, de modo que lo que podía comprar un joven cualquiera dependía, ante todo, del catálogo disponible en ediciones nacionales. A su vez, estas ediciones dependían de que existieran o no acuerdos comerciales entre los sellos uruguayos y los del Hemisferio Norte, y también – para bien y para mal – de los gustos personales de quienes tomaban las decisiones. Por último, la información disponible sobre los músicos era escasa, y a menudo de mala calidad. A raíz de todo esto, el rock que llegó a mi país en la segunda mitad de los años sesenta era algo sólo relativamente parecido al que se escuchaba en los países de origen.

That mix took place in very particular conditions. In that era no important touring band reached such distant places, and our only opportunity to hear rock from other countries (until the release of the Woodstock film) was on records. Uruguay had its own record industry and imported LPs were too expensive; what a common teenager could buy depended chiefly on the catalogue of local editions. This in turn depended on the existence of commercial agreements between the Uruguayan labels and those from the Northern Hemisphere, and also -- for better and for worse -- on the personal taste of those who made the decisions. In addition, the available information about the musicians was scant, and often poor. As a result, the rock that came to my country in the second half of the sixties was something only approximately similar to that heard in the countries of origin.

Parafraseando Your Own Choice, podría decirse que tuvimos demasiado de algunos artistas y no lo suficiente de otros. Conocimos el blues, por ejemplo, de la mano de gente como John Mayall, sin haber escuchado a sus modelos negros de Estados Unidos (y los músicos uruguayos tocaron durante mucho tiempo una forma de blues dramática y tensa, 'a la inglesa'). Sabíamos quién era Buffy Sainte-Marie pero no nos presentaron a Joni Mitchell. Hasta hoy puede conseguirse aquí algún disco de segunda mano de Brian Protheroe, pero nunca en mi vida he visto uno de Fairport Convention. Donovan, la Keef Hartley Band y Jethro Tull aún tienen muchos admiradores, pero muy pocas personas han escuchado alguna vez a Roy Harper, The Jam o Soft Machine. A estas lejanas costas llegaron los Byrds y Country Joe & The Fish, pero se extraviaron por el camino los Grateful Dead y Jefferson Airplane. De Jimi Hendrix, por razones inescrutables, apenas recibimos la mitad de los registros oficiales: Bold As Love y una caprichosa selección de Electric Ladyland en un solo disco (demoré años en enterarme de que el original era doble). Nada supimos de Frank Zappa hasta Apostrophe. De David Bowie conocimos, en su momento, Space Oddity, pero después pasaron más de diez años sin que se editara otra cosa.

Paraphrasing Your Own Choice, one could say we had too much of some artists and not enough of others. We met the blues, for instance, led by people like John Mayall, without hearing his black models from the USA (for a long while Uruguayan musicians played a tense and dramatic kind of blues, ‘the English way’). We knew who Buffy Sainte-Marie was, but were not introduced to Joni Mitchell. Even today you can find certain second-hand Brian Protheroe records here, but in my whole life I've never seen one by Fairport Convention. Donovan, The Keef Hartley Band and Jethro Tull still have lots of admirers in Uruguay, but only a few persons have listened to Roy Harper, The Jam or Soft Machine. The Byrds and Country Joe & The Fish arrived at this distant shore, but the Grateful Dead and Jefferson Airplane got lost in transit. For inscrutable reasons we scarcely received half the official Jimi Hendrix recordings: Bold As Love and a capricious selection from Electric Ladyland on a single record (it took me years to find out that the original was a double). We knew nothing of Frank Zappa until Apostrophe. We were familiar with Space Oddity in its day, but then more than ten years passed without further Bowie.

Procol Harum Superstar
En este 'universo paralelo', felizmente, alguien con capacidad de decidir qué se editaba en Uruguay consideró que valía la pena apostar a Procol Harum. Después de A Whiter Shade of Pale / Lime Street Blues llegó a tiempo el primer long play, en una versión muy extraña. La cara 'A' traía Quite Rightly So, Kaleidoscope, Good Captain Clack, Conquistador, Repent Walpurgis y A Christmas Camel. Del otro lado, Homburg, She Wanders [sic] Through The Garden Fence, In The Woe [sic] Small Hours of Sixpence, Something Following Me, Mabel y Cerdes (Outside The Gates Of). Aunque la alteración del programa haya sido una falta de respeto (y significara, entre otros perjuicios para el oyente, quitarle a Repent Walpurgis su merecido lugar como broche de oro), hay que reconocer que el contenido era aun mejor que el del original, que ya es mucho decir: la inclusión de Homburg, Quite Rightly So y In The Wee Small Hours Of Sixpence compensó con creces, indudablemente, que faltara Salad Days (Are Here Again). Sea como fuere, el disco tuvo éxito, y tras él vinieron, a tiempo e inalterados, Shine On Brightly (con la tapa del Buda), A Salty Dog y Home. A muchos nos llamó la atención que un grupo decidiera iniciar sus dos primeros long plays con la misma versión de la misma canción, pero cosas más raras que ésa se veían en los años sesenta, incluso en Uruguay.

In that ‘parallel universe’, happily, someone in an executive postion considered it was worthwhile to bet on Procol Harum. After A Whiter Shade of Pale / Lime Street Blues, the first LP arrived on time, yet in a very strange version. The 'A' side had Quite Rightly So, Kaleidoscope, Good Captain Clack, Conquistador, Repent Walpurgis and A Christmas Camel. On the other side, Homburg, She Wanders [sic] Through The Garden Fence, In The Woe [sic] Small Hours of Sixpence, Something Following Me, Mabel and Cerdes (Outside The Gates Of). Though the alteration of the track-lisiting was disrespectful (and meant, among other prejudices for the listener, that Repent Walpurgis was usurped from its deserved jewel-in-the-crown position), it must be acknowledged that the content was even better than the original, and that’s saying a lot: without a doubt, the inclusion of Homburg, Quite Rightly So and In The Wee Small Hours Of Sixpence more than compensated for the absence of Salad Days (Are Here Again). Anyway, the record succeeded, and after it came, on time and un tampered with, Shine On Brightly (with the Buddha sleeve), A Salty Dog and Home. Many of us thought it was strange that a group should have decided to open its first two LPs with the same version of the same song, but even stranger things happened in the sixties, even in Uruguay.

Debe tomarse nota de que, en la peculiar 'realidad' uruguaya de esos años, Procol Harum tuvo mucha más presencia en las disquerías que, por ejemplo, los Who, Traffic o Cream. Que se editaran cuatro long plays sucesivos era algo que sólo ocurría con pocos más que los Beatles o los Rolling Stones (aunque también hay que decir que los siete primeros discos de los Moody Blues nos llegaron puntualmente, en ediciones de lujo). El impacto se vio aumentado, además, por algunas ausencias. En las notas de contratapa de Shine On Brightly, los uruguayos que sabíamos algo de inglés leímos que el primer disco de Procol había sido influenciado por Blonde On Blonde … pero nunca hubo una edición local de Blonde On Blonde, así que, por lo que nosotros sabíamos, no había pruebas de tal influencia, y aunque sí conocíamos Highway 61 Revisited, aquí salió con una mezcla de canales terriblemente desbalanceada, que casi impedía darse cuenta de que en Ballad Of A Thin Man había, además del órgano magistral de Al Kooper, un piano. (Dylan fue la víctima más importante de los inexplicables criterios de selección de material que aplicaban los sellos uruguayos. Vaya uno a saber por qué, su primer disco en mi país fue el mencionado Highway 61, y el segundo, años después, Nashville Skyline.)

It’s worth noting that, in the peculiar Uruguayan ‘reality’ of those years, Procol Harum were a much stronger presence in the record stores than, for example, The Who, Traffic or Cream. Four consecutive LP releases was something we had from few beyond The Beatles or The Rolling Stones (though it also has to be said that the first seven The Moody Blues discs came to us punctually, in de luxe editions). Their impact was also enhanced by certain absences elsewhere. In the liner notes of Shine On Brightly, Uruguayans who knew a little English could read that Procol’s first LP had been influenced by Blonde On Blonde… but there never was a local edition of Blonde On Blonde. So, from our perspective there was no proof of that influence, and though we were acquainted with Highway 61 Revisited, our mix had such imbalanced channels that it was almost impossible to pick out any piano, on Ballad Of A Thin Man, beside the magisterial Al Kooper’s organ. (Dylan was the most important victim of the Uruguayan labels' inexplicable selection criteria. It’s difficult indeed to imagine why his first LP in my country was the mentioned Highway 61, and the second, years later, Nashville Skyline.)

Se lo merecían, claro / They deserved it, of course
Más allá de la competencia diezmada, casi no es necesario decir (al menos a quienes leen esta página en Internet), que Procol tenía méritos propios más que suficientes para ser una de las bandas más respetadas y admiradas (lo llamativo, en mi humilde opinión, no es que haya sido así en Uruguay, sino que no haya ocurrido lo mismo en otros lugares). Más allá del brillo individual de sus integrantes, capaz de llamar la atención de quien no estuviera completamente sordo, se trataba de un grupo en el mejor sentido de la palabra: una articulación muy sabia de virtudes distintas y hasta contradictorias, integradas al servicio del resultado global. La inteligencia y la pasión convivían elegantemente, auxiliadas por un disfrutable sentido del humor, que aparecía justo a tiempo para lograr que lo majestuoso no se volviera demasiado solemne, lo salvaje no se transformara en grosero y lo refinado no degenerara en afectamiento y frialdad (o el despliegue instrumental virtuoso en exhibicionismo).

Despite the decimated competition it’s almost unnecessary to say (at least, to those who visit this Internet site) that Procol had more than enough intrinsic merit to become one of the most respected and admired bands (the strange thing, in my humble opinion, is not that this came about in Uruguay, but that it did not come about in other countries). Beyond the individual brilliance of its members (fit to attract the attention of anyone who wasn’t totally deaf), it was a group in the best sense of the word: a very wise assembly of different (and even contradictory) virtues, integrated in the service of a global outcome. Intelligence and passion cohabited elegantly, assisted by an enjoyable sense of humour whose timely appearance prevented what was majestic becoming too solemn, what was wild becoming gross, and what was refined degenerating into affectation and frigidity (nor instrumental virtuosity becoming exhibitionism).

Moviéndose sin esfuerzo aparente en una frontera de tensiones entre lo 'popular' y lo 'culto', lo sobrecogedor y lo festivo, lo arrasador y lo sutil, Procol Harum conseguía un sonido propio e inconfundible, y aun más: tenía, en el mejor sentido de la palabra, eso tan difícil de definir que se llama estilo. Sus integrantes podían recrear con maestría una gama muy variada de formas musicales, o explorar territorios nuevos, sin dejar de ser siempre ellos mismos. Además, y como sólo sucede con los verdaderamente grandes en cualquier terreno artístico, eran capaces de derrochar inventiva en detalles menores: con algunas de las figuras que aparecían como ornamentos ocasionales del órgano, la batería, el piano o la guitarra, otros habrían compuesto una canción entera (o varias).

Moving without apparent effort on the frontier of tensions between the ‘popular’ and the ‘cultivated’, the intimidating and the festive, the devastating and the subtle, Procol Harum achieved an unmistakable sound of their own, and even more: they had, in the best sense of the word, that barely-definable thing called style. The members of the band could masterfully recreate a wide range of musical forms, or explore new territories, while always remaining themselves. And, as we find only with the truly great in any artistic field, they could also squander their inventiveness on minor details: from some of the figures that occasionally ornamented their organ, drums, piano or guitar, others would have composed a whole song (or many songs).

Habría demasiados ejemplos que citar, aun en una enumeración sintética, pero no puedo resistir la tentación de mencionar, por lo menos, la combinación alucinante de la voz y el órgano en cada final del estribillo de Homburg; el acorde con el cual lo que parecía una broma en Captain Clack se transforma súbitamente en otra cosa muy distinta; la forma en que la guitarra se desenrosca como una serpiente a punto de atacar, al inicio de varias apariciones de Trower en Cerdes; el riff demente, comparable con lo mejores momentos de Robert Fripp, que llega como una tormenta imprevista entre In The Autumn Of My Madness y Look To Your Soul; la gracia con que la melodía de Wreck Of The Hesperus se desliza sobre un oleaje oscuro; el desarrollo denso y ominoso de The Dead Man’s Dream ... Y por supuesto la maravilla de A Salty Dog, el modo en que allí se resuelven, uno tras otros, tantos desafíos: el de armar esa estructura armónica extraterrestre (en varios sentidos de la palabra); el de hallar una melodía que fluyera graciosamente sobre semejante base; el de elegir con sabiduría dónde y cómo podía interactuar mejor la orquesta con el grupo; y sobre todo el de insertar una batería que no sólo encuentra su lugar entre equilibrios tan delicados, donde pudo parecer que sobraría, sino que encuentra un lugar donde es imprescindible para que todo brille con más esplendor.

There would be too many examples even in an abridged catalogue of these, but I can’t resist the temptation of mentioning, at least, the hallucinogenic combination of the voice and the organ at the end of each refrain in Homburg; the chord with which all that seemed a joke in Captain Clack suddenly becomes something very different; the way the guitar untwines itself like a serpent about to attack, at the beginning of various Trower’s apparitions in Cerdes; the demented riff -- comparable with Robert Fripp’s best moments -- that arrives as an unexpected storm between In The Autumn Of My Madness and Look To Your Soul; the grace with which the melody of Wreck Of The Hesperus slides over dark, rough waves; the dense and ominous development of The Dead Man’s Dream ... and of course the wonder of A Salty Dog, where so many challenges are solved, one after another, in a remarkable way: to build that extraterrestrial (in many senses of the word) harmonic structure; to find a melody that flows graciously over such a base; to choose wisely where and how the orchestra could best interact with the group; and most of all, to insert drums that not only find their place among balances so delicate that they would seem destined to intrude, but find an indispensible place that makes everything shine more brightly.

¿Quiénes eran y qué decían / Who were they and what did they say?
Ahora bien: volviendo al 'universo paralelo' de mi país, nosotros en realidad no sabíamos quiénes hacían tanta música. Sin más créditos que los de los compositores en las contratapas de los discos, y en ausencia de publicaciones que nos informaran al respecto, ni siquiera teníamos claro cuántos eran los integrantes del grupo (muchos nos enteramos de que BJ Wilson tocaba batería y Matthew Fisher órgano por el excelente primer long play de Joe Cocker, que sí apareció con los créditos de los músicos). Del papel de Keith Reid me enteré tarde, por una revista extranjera, y no podría haberlo deducido, ya que en aquel extraño primer disco uruguayo 'M Fisher' figuraba como único responsable de Quite Rightly So y, mientras la mayoría de las canciones se asignaban a 'Brooker-Reid', Good Captain Clack y Conquistador estaban firmadas 'Reid-Brooker', sugiriendo que uno y otro alternaban la autoría de letras y músicas. Por lo tanto, tampoco supimos si en Home habían habido cambios de integración o si, simplemente, el bajista había aprendido a tocar mejor y el organista había tomado la discutible decisión de cambiar de estilo.

In the ‘parallel universe’ of my country, we really didn’t know who made so much music. With nothing but the writing-credits supplied by the authors of our regional editions, and in the absence of press that could give us information, it wasn’t clear even how many members there were in the group (many of us knew BJ Wilson played drums, and Matthew Fisher organ, from the Uruguayan edition of the Joe Cocker’s first excellent LP, which had the musician credits). I found out about Keith Reid's role later, from a foreign magazine: I couldn’t have deduced it, since in that strange first Uruguayan Procol LP ‘M Fisher’ appeared as the sole author of Quite Rightly So and, while most of the songs were credited to ‘Brooker-Reid’, Good Captain Clack and Conquistador were signed ‘Reid-Brooker’, suggesting that they alternated the making of words and music. Similarly we didn't know if there had been changes of personnel for Home, or if the bass player had simply learnt to play better while the organ player had controversially decided to change his style.

Aun desde ese relativo anonimato, Procol logró, como dije, una considerable cantidad de fans uruguayos. Como en todos los países de los que tengo noticia, A Whiter Shade Of Pale fue su mayor éxito, pero en esta parte del mundo los trabajos posteriores del grupo no fueron menospreciados por los críticos o el público. Si después de Home vino un largo paréntesis, ello no se debió a que faltara demanda, sino a problemas vinculados con la representación local del sello Chrysalis. Sin embargo, por algún azar del destino, sí se editó (y fue cálidamente bienvenido, después de tanta ausencia) Procol’s Ninth, dónde pudimos saber con certeza quién tocaba qué a esa altura de la historia, y al que no le faltó ni siquiera la hoja interior con los textos de las canciones.

Despite being almost anonymous, Procol collected, as I said before, a considerable quantity of Uruguayan fans. As in every country I’ve heard of, A Whiter Shade Of Pale was the biggest hit, but in this part of the world what followed was not underrated by the critics or the public. If there was a long parenthesis after Home, it had nothing to do with a lack of demand, but with problems in the local representation of the Chrysalis label. Anyway, our fortune was to have an Uruguayan Procol’s Ninth (warmly welcomed after such an absence), from which we could be certain who was doing what by that time: it even had lyrics.

¡Los textos de las canciones! Como no había publicaciones donde leerlos (salvo en el caso de los Beatles, los Stones y pocos más), y pocos discos los incluían, muchos nos pasábamos horas escuchando una y otra vez, con un diccionario inglés-español sobre la mesa. Primero íbamos escribiendo en un papel lo que entendíamos, y después, guiados por el sonido de las palabras, tratábamos de encontrar las que nos faltaban. Así aprendíamos más que con cualquier profesor. En el caso de Procol, hay que decir claramente que entre los méritos de Gary Brooker como cantante, que son muchos, no está la claridad de su dicción, y los textos de Keith Reid no eran de esos en que las palabras que no conocíamos podían deducirse con facilidad, así que descifrar las canciones era enormemente difícil y no siempre daba resultados satisfactorios. Muchas veces, incluso habiendo llegado al texto correcto, no comprendíamos qué significaba, y pensábamos que nos habíamos equivocado. Tanto esfuerzo no sólo era provechoso, sino que resultaba imprescindible: Las ediciones locales incluían los títulos de las canciones en español (A Whiter Shade Of Pale se llamó aquí, poco acertadamente, Una Palidez Muy Blanca), a veces sin el original en inglés, y los traductores eran, habitualmente, de una incompetencia asombrosa: de entre muchísimos ejemplos posibles, no pueden omitirse dos: The Pusher, de Steppenwolf, se llamó en Uruguay El Remolcador; y el primer long play de los Beatles apareció con el incomprensible título Por favor yo.

¡The lyrics! As the magazines only printed those of the Beatles, the Stones and little else, and only a few records included them, many of us spent hours listening again and again, with an English-Spanish dictionary on the table. First we would write down what we understood, and after that, guided by the sound of the words, we tried to find the ones that were missing. We learnt more English that way than under any teacher. In Procol’s case, it has to be clearly said that clarity of enunciation is not among Gary Brooker’s merits as a singer -- many though they are -- and Keith Reid’s lyrics were not such that the words we didn’t know could be readily deduced: so deciphering the songs was enormously difficult, and didn’t always bring satisfactory results. Many times, even if we had come to the right words, we didn’t understand what they meant, and thought there were mistakes. So much effort wasn’t merely useful -- it was also indispensable: the local editions included the songs’ titles in Spanish (A Whiter Shade Of Pale was called here, inappositely, Una Palidez Muy Blanca, which means ‘A Very White Paleness') sometimes without the original English, and the translators usually showed an astonishing incompetence: among a great many possible examples, there are two that can’t be left out: in Uruguay Steppenwolf's The Pusher was called El Remolcador (‘The Tugboat’); and the first Beatles LP appeared with the incomprehensible title Por Favor Yo (which really doesn’t make sense in Spanish, meaning something like Be So Kind As To I).

La veta 'hispana' / The 'Hispanic' vein
Cuando Roland Clare me ofreció generosamente la posibilidad de escribir este artículo para Beyond The Pale, sugirió que enfatizara el 'ángulo local' (que es lo que he tratado de hacer) y preguntó si, por ejemplo, había algo que decir sobre Conquistador desde el punto de vista hispanoamericano. Sólo puedo responder que, si hubiéramos sido capaces de entender de qué se trataba la canción (donde ni siquiera estaba claro que la palabra 'conquistador', como Brooker la pronunciaba – 'concuistador' – , estuviera en español), habría sido probable que nos cayera simpática, teniendo en cuenta las reacciones muy politizadas contra el 'imperialismo' que incendiaban a Uruguay, como al resto de América Latina, en 1968. Pero no lo entendimos. Mucho después, en 1992, el quinto centenario de la llegada de Colón a América motivó una considerable (excesiva, diría yo) proliferación de artículos periodísticos, libros y canciones sobre los conquistadores españoles, pero lamento decir que en ese momento a nadie se le ocurrió acordarse de que Brooker y Reid también habían sido precursores en esa materia.

When Roland Clare generously offered me the possibility of writing this article for Beyond The Pale, he suggested that I emphasizethe ‘local angle’ (which is what I’ve tried to do) and asked if there was, for instance, something to say about Conquistador from the Hispanic American point of view. I can only answer that if we had been able to understand what the song was about, our feeling would have probably been sympathy, taking into consideration the heavily political reactions against ‘imperialism’ that inflamed Uruguay, like the rest of Latin America, in 1968. But we didn’t understand it -- from the way Brooker pronounced the word ‘conquistador’, it wasn’t even clear if it was in Spanish. Much later, in 1992, the 500th anniversary of Columbus's arrival in America caused a considerable (excessive, I should say) proliferation of press articles, books and songs about the Spanish conquerors, but I’m sorry to say no one remembered Brooker and Reid had also been precursors in that matter.

De todos modos, la pregunta de Roland me hizo tomar conciencia de que existe cierta veta 'hispana' en el repertorio de Procol Harum. No tanto en los textos de Keith Reid (más allá de ocasionales referencias al fandango, algún 'Spanish main', 'excursion to Spain' o 'Mexican donkey'), sino en la música. Algunas veces es dudoso si existe o no, como sucede en Your Own Choice, pero se insinúa con mayor claridad en Robert’s Box, y es totalmente nítida tanto en el tinte 'flamenco' de Nothing That I Didn’t Know como en la ambientación 'latina' de Boredom. Y hay que mencionar también que el piano de Skip Softly (My Moonbeams) cita en forma inconfundible – después de una serie de acordes cada vez graves y una pausa – el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, que muchos (y quizá Brooker entre ellos) conocen por la versión de Miles Davis en Sketches From Spain. En todo caso, no creo que estas pinceladas del cuadro hayan influido mayormente para que Procol fuera tan apreciado en mi país.

Anyway, Roland’s question made me see that there is a certain ‘Hispanic vein’ in Procol’s repertoire. Not so much in Keith Reid’s lyrics (beyond occasional mentions of fandango, ‘Spanish main’, ‘excursion to Spain’ or ‘Mexican donkey’), but in the music. Sometimes it’s uncertain if it exists or not, as happens in Your Own Choice, but it makes itself felt more clearly in Robert’s Box, and is transparent in the ‘flamenco’ flavour of Nothing That I Didn’t Know, and in the ‘Latin’ atmosphere of Boredom. It also has to be mentioned that the piano of Skip Softly (My Moonbeams) unmistakably quotes -- following a descending sequence of chords and a pause -- Joaquín Rodrigo’s Concierto de Aranjuez, which many (perhaps Brooker among them) know from Miles Davis’s version in Sketches From Spain. But I don’t think those brush strokes in the painting had a major influence in making Procol so esteemed in my country.

Equivocado pero cierto / Wrong but true
Las cosas han cambiado mucho. Un uruguayo ya no necesita años de paciente pesquisa como los que a mí me tomó completar la discografía de Procol Harum (de hecho, recién conseguí Something Magic, edición brasileña en long play, a mediados de 1995, cuando ya hacía tres años que tenía The Prodigal Stranger). No hay producción local de compactos, así que la principal dificultad (ahora que todo ha sido reeditado en el Hemisferio Norte, salvo Broken Barricades) es encontrar quien importe o contrabandee, siempre y cuando sea posible pagarle el precio que pida. Es un mundo con muchas más posibilidades de información, pero también con menos misterio y emoción en la búsqueda de datos y grabaciones casi inaccesibles. Pero tiene sus compensaciones. A mediados de 1997, cuando encontré este sitio de Internet, comprendí mejor de qué habla el final de Más Que Humano, el estupendo libro de Sturgeon, cuando el mutante solitario descubre que había muchos otros como él, esperándolo. Y supe también que no todo se resuelve con las técnicas modernas de comunicación. Algunos de los textos de Keith Reid los había entendido bien y otros no, pero también había muchas frases dudosas para sus propios compatriotas. No existía una 'verdad oficial' que pusiera fin a los debates, y no sé explicar del todo por qué eso me pareció una excelente noticia.

Things have changed a lot. Now an Uruguayan doesn’t need years of patient inquiry like mine to complete the Procol Harum discography (in fact, I only got Something Magic -- a Brazilian LP -- in mid-1995, three years after getting The Prodigal Stranger). There is no local production of CDs, so the main problem (now that everything has been reissued in the Northern Hemisphere, except Broken Barricades) is to find an importer or smuggler, if one can manage to pay the price demanded. It’s a world with the opportunity of far more information, but also one with less mystery and emotion in the search for almost inaccessible data and recordings. It has its compensations, anyway. About the middle of 1997, when I found this Internet site, I understood better the ending of More Than Human, the wonderful book by Sturgeon, when the lonely mutant discovers there were many others like him, waiting for him. And I also discovered that you don’t solve everything with modern techniques of communication. Some of Keith Reid’s lyrics I had understood well, and some not, but many of his words were dubious even to his own countrymen. There was no ‘official truth’ to end debate, and I don’t know how to explain why that was excellent news for me.

Aprendí también que mi exótica experiencia en la 'realidad' uruguaya no se contraponía con un bloque homogéneo de todos los demás fans. Cada uno tiene 'su' Procol, desde los fascinados por lo 'majestuoso', que repudian la asociación con Leiber y Stoller, hasta los que consideran Exotic Birds & Fruit superior a Shine On Brightly, pasando por los devotos de Dave Ball, los que prefieren mil veces un Poor Mohammed que cien Fires (Which Burnt Brightly), e incluso algún entusiasta de The Worm And The Tree. Y sin embargo hay un común denominador importantísimo, que prevalece sobre la diversidad de apreciaciones. Todo indica que hay que tener algo muy específico dentro de uno para amar a Procol, y de costumbre basta un par de líneas de correo electrónico para sentir que ese algo está presente en personas cuyas vidas han sido muy distintas a las nuestras. Después de todo, Philip K Dick también comprendió que, pese a vivir en 'realidades' distintas, la empatía nos hace capaces de lograr un auténtico contacto con los demás. El opinaba que eso es lo que distingue esencialmente a los seres humanos.

I also learnt that my exotic experience in Uruguayan ‘reality’ didn’t set me aside from a homogeneous block comprising all the other fans. Each fan has ‘his’ Procol, from the ones who are fascinated with ‘majesty’, who repudiate the association with Leiber & Stoller, to those who consider Exotic Birds and Fruit superior to Shine On Brightly, and also the devotees of Dave Ball, and those who prefer a single Poor Mohammed to a hundred Fires (Which Burnt Brightly), and even some enthusiasts for The Worm And The Tree. Yet, however, there is a very, very important common denominator, that prevails over this diversity of appreciations. Everything shows that one has to have something very specific inside to love Procol, and usually a pair of e-mail lines suffices for us to sense that ‘something’ is present in persons whose lives have been very different from ours. After all, Philip K Dick also understood that, though we live in dissimilar ‘realities’, empathy made us able to achieve an authentic contact with the others. In his opinion, that is what essentially distinguishes human beings.

Al celebrar esa posibilidad de contacto con otros enamorados de Procol, recuerdo una frase de Glimpses Of Nirvana que mi hermano mayor y yo creímos haber entendido hace muchos años, junto a un tocadiscos de mala calidad. Captábamos en líneas generales la historia del peregrino que pasó cinco años de contemplación, antes de que se le permitiera preguntarle al Dalai Lama cuál es el sentido de la vida. Y creímos escuchar, entre los ruidos de la púa, que el Dalai Lama le había contestado: 'Oh my son, life is like being talked, isn’t it?'

Celebrating that possibility of contacting other people in love with Procol reminds me of a phrase in Glimpses Of Nirvana that my elder brother and I thought we had understood several years ago, by the side of a lousy record player. We had got a general idea of the story in which the pilgrim spent five years in contemplation, before he was allowed to ask the Dalai Lama for the meaning of life. And we thought we had heard, amid the needle noise, that the Dalai Lama had answered, 'Oh my son, life is like being talked, isn’t it?'


Many thanks to Marcelo Pereira for writing this fine piece for 'Beyond the Pale', and for preparing the translation for us. Marcelo trabaja en el semanario uruguayo Brecha, aunque allí rara vez escribe sobre música. Which is to say that he works on the Uruguayan weekly Brecha, though he rarely writes on music there. He writes on Politics!


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